Periodismo y periodistas en estado de alarma
- Escrito por Armando Marcos
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En España se hace un periodismo “caciquíl”. Ya no me asombra el silencio de la mayoría de los medios de comunicación con el establishment y sus potenciales poderes financieros, políticos, educativos y religiosos escondiendo la verdad.
Los medios informativos -con algunas excepciones respetables porque sería injusto generalizar-, están integrados en el mismo "Clan de la Avaricia" donde, en torno a una mesa redonda, se sientan los poderes influyentes que controlan el sistema dominante que les une. Es decir, los negocios, el dinero y el control manipulador de una democracia disfrazada de supuestos derechos fundamentales donde no todos los ciudadanos y ciudadanas somos iguales.
En España no hay igualdad ni justicia. Vivimos en un país de desequilibrios. Ni el propio Rey Felipe VI ha tenido el gesto firme ni la valentía moral para exhortar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para que procure mantener a España en una posición de estabilidad y equilibrio. El Gobierno se ha aficionado a mentir. Y en ese juego remunerado con fondos públicos, algunos medios y ciertos escribidores, más que a informar, se dedican también a mentir. Y mienten como putos prostituidos a cambio de contratos de campañas publicitarias institucionales millonarias que enfrenta a los propios medios de comunicación por un trozo de bizcocho con relleno de chocolate de dinero público.
Se trata del Plan Anual de Publicidad y Comunicación Institucional que
para el ejercicio de 2020, según Moncloa, se elevará a 100 millones de euros. Un suculento pastel cuyas porciones reparte el Gobierno (según convenga) a los medios afines y demás estómagos agradecidos que no hacen periodismo por cuestiones éticas, sino periodismo doméstico y domesticado al servicio del Gobierno y de sus respectivos ministerios. Con lo cual, todos los Editores, sus Grupos Editoriales y sus escribidores, quedan untados y bien untados.
Cuando un periodista pierde el alma humana, también pierde su Libertad y dignidad. Pues acaba convirtiéndose en un “mercenario de la pluma”.
Estoy convencido que la mayoría de los profesionales de la información son honrados y quieren escribir desde la libertad (su libertad) para contarle a la gente lo que le pasa a la gente. Pero, hoy, en pleno siglo XXI, los periodistas que carecen de independencia económica y sin empleo fijo cobrando salarios miserables y de hambre, no son libres. Están atados y bien atados.
La mano de obra barata también existe y trabaja en las redacciones de los medios de comunicación. Son periodistas y honrados padres de familia que actúan hasta en contra de su voluntad como voceros del Gobierno, partidos políticos, grupos empresariales y otros colectivos que viven de las subvenciones y limosnas que reparten las Autonomías, sus consejerías, diputaciones, cabildos, ayuntamientos y otras corporaciones locales. Todo un avispero de millones para tapar la boca a la verdad.
Hoy por hoy, la mayoría de los periodistas serios con sueldos básicos, son utilizados por los dueños de sus empresas como esclavos de la pluma. Cuando llegan a su mesa de redacción son conscientes de que, en contra de su voluntad, han de escribir un reportaje o una determinada entrevista al dictado de los intereses económicos y políticos que representan y defienden los propietarios de los imperios periodísticos al servicio de los poderes fácticos.
Ya no se hace periodismo social, político y cultural informando con independencia, rigor y libertad. Hoy, se hace periodismo empresarial y comercial. El objetivo es controlar el mercado de la información y defender a quien más le pague por no contar la verdad de lo que pasa. Llegando a adentrarse hasta las entrañas de la Judicatura pretendiendo influir en algunas decisiones judiciales históricas de gran calado político y económico como ya ha ocurrido en España recientemente.
Con cierta frecuencia hemos sido testigos de campañas infames dirigidas desde plataformas mediáticas y televisivas que siguen amedrentando a gobiernos, políticos, jueces, fiscales, empresarios, gentes de la cultura, deportistas, y a todo aquel que no pase por “La Caja del Hampa”.
Un periodista profesional que pretenda escribir sin atajos y sin censuras previas en un sistema político neoliberal capitalista como lo es España y el resto de países de la Unión Europea, vive atemorizado rozando la depresión y la esquizofrenia. Algunos han llegado al suicidio.
Si no piensan y escriben como les ordena y exige "La Voz de su Amo", el periodista profesional es consciente de que pone en peligro su puesto de trabajo y la supervivencia de su familia. Vive acechado por la incertidumbre.
Como nos recuerda el periodista y escritor Ryszard Kapuscinski: “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Precisamente, cuando los grandes grupos de poder son los que financian campañas políticas y ponen y quitan presidentes de gobiernos, ministros, alcaldes, concejales y demás cargos de segundo nivel, los mismos poderosos y mafiosos son los que compran y venden medios de comunicación, nombran y cesan a sus directores. Luego, según convenga, apoyan al Gobierno o a la oposición y a todo aquel que garantice mayor volumen de publicidad institucional y otros inconfesables y oscuros negocios paralelos. Incluido el silencio del narcotráfico y la identidad de los narcotraficantes. incluido el silencio de toneladas de leche en polvo contaminada para ser reconstituida en una supuesta leche líquida (80% de agua) atentando contra nuestra salud.
El todo vale se ha instalado en las cadenas de televisión, radio y otros medios impresos - incluidas sus ediciones digitales-, que bailan al son de los partidos políticos y empresarios corruptos que compran sus silencios. Cuando se entra en esa dinámica indecente, indigna y mafiosa, algunos medios de comunicación se transforman en “puticlubs de alterne”.
La publicidad oficial (institucional) es la que da de comer a todo ese ganado. En ese rebaño, son cientos de medios de comunicación los que quieren mamar de la misma teta. Y me pregunto: ¿hay suficientes vacas y suficientes tetas para dar de mamar a tantos mamones? ¡Ahí está la vaina!
Ante la actual panoplia nacional, en España no se confía en nuestros gobernantes. En España no se confía en los medios de comunicación.
En España es fundamental resucitar el periodismo de la calle y al periodista de raza. Hay que ponerse a fraguar nuevas generaciones de periodistas de vocación con alma de guerrilleros de la información.
En España, ciertos medios han perdido la sombra de la dignidad y de la autoridad moral. En España no se confía en la justicia ni en el Poder Judicial que es una esponja que absorbe la corrupción política.
En España no se confía en una Monarquía enferma de corrupción. Y digo más: si aplicamos el sentido común y la lógica democrática, yo soy partidario de condenar a las monarquías a su absoluta desaparición.
En España no se confía en la clase política donde faltan políticos de altura y estadistas. Un listado alarmante de politicastros mediocres viene a demostrar que tienen más talante que talento. ¡Patético!
Solo hay dos razones que muevan a los políticos a llevarse bien con la prensa: el miedo a la opinión publicada y el interés económico.
Ya lo decía Napoleón Bonaparte: “Me dan más miedo tres periódicos que cien mil bayonetas”.
Por Armando Marcos
Periodista