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Alberto Rodríguez: una alternativa para defender Canarias

  • Published in Política

Los focos de la política canaria apuntan hoy a Alberto Rodríguez, el diputado expulsado injustamente del Congreso por el PSOE que representa el voto de más de 64 mil canarias y canarios.

Su decisión de participar en el proceso electoral de 2023, bajo una fuerza “de obediencia canaria”, ha encendido las alarmas en más de una sede.

Alberto no está descubriendo el hilo negro, sino tirando de una línea histórica que ha contado con otras experiencias políticas netamente canarias exitosas, como la Unión del Pueblo Canario o Iniciativa Canaria. Este espacio electoral que tuvo gran importancia en el pasado no cuenta hoy con representación en las Islas.

Datos del último Sociobarómetro de Canarias, publicado en diciembre de 2021, revelan que el 36,1% del electorado se declara más canario que español o solo canario. Las cuestiones identitarias son siempre complejas, más si cabe en este estado de las autonomías. Y aunque no explican por sí solas los resultados electorales, son un potente eje movilizador del voto.
Mayor es la importancia de esta cuestión en un territorio con una identidad pretendidamente desdibujada durante décadas, pero con una serie de características particulares que permiten encontrar un espacio común para buena parte de la población.

La representación de fuerzas canarias en los últimos escenarios electorales indica que existen dificultades para traducir el sentimiento nacional citado anteriormente en votos. La alianza entre CC y NC en las elecciones generales de 2019 logró apenas el 13,22% de los sufragios, impulsado en mayor medida por la implantación de CC en la provincia occidental. Ello implica que más del 60% del electorado que se siente más canario que español o solo canario, en unas elecciones estatales ha optado por dos vías: la abstención o el voto a partidos españoles.

Construir una alternativa capaz de absorber esos votantes que no participan o que eligen partidos estatales ante la escasez de oferta canaria es el objetivo que ha asumido como propio Alberto Rodríguez. Los números demuestran que el espacio existe. Ahora bien, la ocupación del mismo tendrá que ver con la habilidad de trazar alianzas estratégicas que vayan más allá de la esfera partidista, que penetren en Canarias a través del tejido asociativo y los movimientos sociales, auténtico motor del cambio en el Archipiélago. Una alternativa que sea, como cantaron Los Chikos del Maíz -o “Los Pibes del Millo” como los bautizamos en Aguere-, “barrionalista”. Que tenga en el territorio, en las calles, en los barrios y los pueblos su máxima expresión y la base de su organización.

Algunos llevamos mucho tiempo apuntado en esa dirección, advirtiendo que una política que resuelva los problemas que tenemos en Canarias debe ser decidida desde el Archipiélago. Toca proteger el territorio de quienes llevan décadas generando la masificación a base de piche y ladrillo, reivindicar nuestra identidad canaria sin complejos atendiendo a las raíces históricas y las formas en las que sigue hoy evolucionando, luchar por mejores condiciones materiales para nuestra gente. Toca defender la agricultura, el medio ambiente, la cultura. Toca defender Canarias.